Nov 19, 2017 | Artículos
Sabemos que rara vez podemos elegir las circunstancias de nuestra vida, pero sí podemos escoger cómo nos las tomamos. A menudo al reflexionar sobre nuestras circunstancias actuales o nuestro futuro, nos damos cuenta de que el contexto en el que estamos inmersos, o simplemente lo que nos está sucediendo por diferentes circunstancias, no es lo que hubiéramos elegido y en ningún caso es lo ideal. Sin embargo, no siempre está en nuestra mano cambiarlo (como en el caso de problemas de salud) y en ocasiones sólo podemos aceptarlo y decidir cómo lo afrontamos.
Por supuesto que el optimismo no va a borrar las dificultades y los obstáculos del camino, pero sí hará que tu actitud cambie y puedas conectar con tu fuerza interna, focalizándote en la solución de los problemas sin hundirte más con ellos. Sin optimismo no hay confianza en uno/a mismo/a ni en los demás, por lo desaparece la posibilidad de avance, progreso y búsqueda de la serenidad.
Te proponemos que hagas la prueba de observar cómo te sientes cuando caes en el pesimismo, la amargura o el cinismo; también observa la reacción de las personas a tu alrededor. Si te gusta, no cambies nada. De no ser así, aquí van unas pautas que quizás te puedan ayudar para poder reenfocarte y decidir comenzar esta semana con una nueva actitud:
- El optimismo es el mejor antídoto contra la frustración y el círculo vicioso de la negatividad. Hemos de ser conscientes de que una vez que entramos en la espiral descendente del desaliento, nos será muy difícil encontrar la energía para poder luchar.
- El optimismo se puede aprender e inculcar desde la niñez. Podemos enseñar a nuestros hijos/as a ser capaces de adaptarse a las dificultades con flexibilidad y ánimo, y es imprescindible que vean en nosotros/as el primer ejemplo, pues seremos su modelo a imitar.
- Enfoquémonos en reforzar nuestras fortalezas. En lugar de caer en la culpa y flagelarnos por los errores que cometemos, prestemos más atención a las cosas que hacemos bien y felicitémonos sin esperar que lo hagan otros. Celebremos nuestros progresos (por insignificantes y obvios que parezcan) y ofrezcámonos pequeños premios.
- Imaginemos escenas positivas antes de dormir. En lugar de repasar al acostarnos todos los problemas que tenemos y anotar mentalmente lo que nos queda por hacer, es mucho más recomendable tratar de relajarse recordando momentos placenteros y visualizar escenas que nos hagan sentir bien.
- Agradece al menos tres cosas cada día. Un buen hábito parar cerrar el día es tratar de anotar o comentar al menos tres aspectos que estén presentes en tu vida por los que te sientes agradecido/a. No han de ser grandes motivos, pero simplemente poder pasar de fijarnos en lo que nos falta a centrarnos en lo que ya está presente y percibir gratitud, es un gran cambio que modificará a la larga nuestra percepción del mundo.
- Y sobre todo, no nos dejemos desalentar por las malas noticias, los agoreros ni los amargados. El futuro pertenece a aquellos que ven las oportunidades en medio de las dificultades.
“No puedo cambiar la dirección del viento, pero puedo ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino”. (Jimmy Dean)
Nov 9, 2017 | Artículos
La ira es una respuesta emocional que nos arrastra a hacer y decir cosas de las que a menudo nos arrepentimos después. Estos impulsos irracionales son muchas veces la causa de la mayoría de las peleas de pareja, familiares o en nuestro trabajo.
Sin duda, la mejor manera de solucionar un conflicto es no empezarlo. Las discusiones a menudo se producen como una onda expansiva desproporcionada. Un pequeño malentendido en un momento dado puede acabar acarreándonos tensiones durante días. Cada día tenemos decenas de oportunidades para enfadarnos, pero de nosotros depende dejar o no que la bomba estalle.
El primer paso para vencer la ira es reconocerla y si ante una discusión poneos el foco en nuestras emociones, lograremos regularlas en gran medida. Un segundo paso sería relativizar el hecho que nos ha sacado de nuestras casillas, tomar distancia…”¿es realmente importante?”. Se trata de otorgar la justa importancia. El tercer paso, cuando estamos en caliente, es no reaccionar de inmediato. Si dejamos que la bomba explote, solo lograremos desencadenar más reacciones de ira.
Guiarte Psicólogos te recomienda 10 estrategias para controlar nuestra ira:
- PRACTICAR LA PACIENCIA. Esperar en lugar de reaccionar de inmediato.
- PONERNOS EN EL LUGAR DEL OTRO.
- VER LOS CONFLICTOS A TRAVÉS DEL HUMOR. Cuando somos capaces de reírnos de un problema somos capaces de desdramatizarlo.
- NUNCA DISCUTIR EN CALIENTE.
- EVITAR PENSAMIENTOS DEL TIPO “yo en su lugar hubiera dicho/hecho…”
- BUSCAR ESPACIOS DE DIÁLOGO.
- MEDIR LAS PALABRAS QUE USAMOS CON LOS DEMÁS.
- DEJAR DE ANALIZAR AL OTRO. Dar demasiadas vueltas a lo que el otro ha dicho o hecho conduce a la crispación.
- VALORAR A LA PERSONA GLOBALMENTE, y no por la última vez que nos ha podido enfadar.
- LO BUENO DE CADA UNO, GUARDARLO EN LA MEMORIA.
“Estar enfadado es como coger un trozo de carbón candente
para tirarlo a tu enemigo;
al final, eres tu quién se quema” (Buda)
Nov 1, 2017 | Artículos
La Asertividad es la capacidad de comunicar lo que sentimos de forma efectiva y respetuosa a las personas de nuestro entorno. La asertividad se encuentra entre dos modos de comunicación extremos: la agresividad y la pasividad. El asertivo no agrede verbalmente al interlocutor, pero tampoco se somete a su voluntad. Encuentra el punto medio a través del respeto y de la expresión de las propias necesidades.
Algunas ventajas de este estilo de comunicación son:
- Logramos nuestro objetivo sin dañar a nadie
- Respetamos a nuestro interlocutor y a nosotros mismos
- Nos expresamos con franqueza y sinceridad, pero cuidando no herir
- Actuamos desde la autenticidad y nuestros propios valores
Desde Guiarte Psicólogos te proponemos algunos trucos para conseguir ser más asertivo al hablar:
- Hazlo siempre desde tus sentimientos y necesidades, en primera persona (yo siento/quiero,pienso…), en lugar de generalizar o señalar al otro.
- Promueve el diálogo a través de preguntas, sin tratar de irritarte porque el otro piense de otra manera.
- Escucha activamente, sin que tu discurso mental te impida prestar plena atención.
- Mantén un contacto visual directo pero sin que resulte intimidatorio.
- Habla desde la amabilidad, pide las aclaraciones que consideres necesarias.
Si no somos capaces de respetar nuestros deseos, corremos el riesgo de caer en la dependencia emocional. Esto puede suceder como consecuencia de pensar que si decimos lo que pensamos podemos perder al otro, invadiéndonos una importante sensación de culpa. Para evitar caer en esta trampa mental, es importante recordar los DIEZ DERECHOS ASERTIVOS:
- Tienes derecho a tener tus propias opiniones y creencias. Que a veces no coincidan con las de la mayoría o lo establecido no significa que estés equivocado.
- Tienes derecho a decir NO. Anteponer tus necesidades a las de los demás no te hace egoísta o desconsiderado, no siempre podemos contentar a todo el mundo.
- Tienes derecho a cometer errores y equivocarte, forma parte del aprendizaje, no te avergüences.
- Tienes derecho a pedir ayuda o apoyo emocional si lo necesitas y a expresar tu dolor.
- Tienes derecho a cambiar de opinión y a decir “no lo sé”. Las personas evolucionamos a lo largo de nuestra vida, cambiar de opinión o no saber algo no te hace menos válido.
- Tienes derecho a no necesitar la aprobación de los demás. Cada persona es válida por el hecho de ser persona, no por lo que los demás piensen de ella.
- Tienes derecho a no tener que justificar tu comportamiento y a tomar tus propias decisiones, sin tener que dar excusas por ello.
- Tienes derecho a pedir lo que quieres y a aceptar un NO por respuesta.
- Tienes derecho a ser tratado con dignidad y respeto, si no es así puedes reclamarlo.
- Tienes derecho a ser tu propio juez.
Se trata de que nuestra propias necesidades puedan convivir con las de los demás. A corto plazo cambiar nuestra forma de comunicarnos puede resultar algo llamativo y provocar algún comentario; pero a medio y largo plazo conseguiremos relaciones mucho más auténticas, honestas y enriquecedoras.