Las emociones son esencialmente libres

Las emociones son inherentes a la experiencia de la vida. Son fenómenos transitorios que cuando se toman como realidad esencial generan sufrimiento. Sin embargo si se genera apertura hacia ellas, si se permanece en un estado de mindfulness, entonces se viven tal y como son. Al ser fenómenos transitorios, tienen un comienzo y un fin.

Las emociones se transforman

Existen dos relaciones, con respecto de las emociones, que causan sufrimiento: a veces la emoción toma el mando y el individuo se enajena, otras veces se desarrollan mecanismos de represión de las emociones que corporalmente se manifiestan como tensiones musculares y bloqueo respiratorio. La relación que hemos creado con las emociones está tan sólidamente arraigada que para nosotros representan verdades inquebrantables. Cuando se observa la emoción como un proceso de la mente se puede advertir su movimiento, su intensidad y la influencia que ésta tiene en el cuerpo y el pensamiento. Parece que cada emoción tiñe el “clima de la mente” bañando todo con su aroma.

La propuesta esencial del proceso de la meditación es observar la emoción como un proceso en movimiento, como una manifestación de la mente, no como una realidad substancial o como parte del yo. De esta manera no existe ni la enajenación ni represión.

El método que se describe a continuación  es un medio para integrar las emociones, para poder descongestionar los grandes bloqueos que se crean por las relaciones conflictivas con ellas.

Método en 3 Fases:

Fase 1. Tomar consciencia -Triángulo de la experiencia

En todo momento puedes ser consciente de la experiencia “interna”. Podrás observar el pensamiento, la emoción y las sensaciones corporales como un todo en el que cada parte influye en el resto. Cuando existe una emoción intensa, suele ocurrir que el cuerpo reacciona adoptando la forma característica de la emoción en particular y el constante discurso mental sostiene esa realidad continuamente y sin descanso.

La clave de esta fase es la capacidad de ser consciente del momento presente, en lugar de identificarnos con el diálogo mental, abriendo el foco a la totalidad de la experiencia. En cuanto eres consciente de la realidad que estás experimentando se puede iniciar el proceso de regulación. Esto significa que la forma habitual de convivir con las emociones, pensamientos y sensaciones se puede transcender.

Para transcender la experiencia interna, te proponemos practicar el camino del Mindfulness.

Fase 2. Abrirse a la experiencia

No es un proceso en el que se pretenda cambiar la emoción en sí misma, sino la relación que se tiene con ella. En el momento que le “damos espacio” a la experiencia interna (emoción/pensamiento/sensación), que dejamos de querer potenciarla, destruirla o transformarla, se aclara la visión interna.

Si las emociones son demasiado intensas, puedes probar a estirarte, respirar mas profundo, contar de 1 a 21 respiraciones y de 21 a 1 y de nuevo enfocar en las sensaciones. En este momento de concentración estable en las sensaciones corporales parece más fácil observar los pensamientos sin identificarnos con ellos.

Fase 3. Sostener la observación. No aferramiento /No aversión.

Este paso supone re-iterar el anterior, re-focalizar la atención en la experiencia, tomando como objeto central de la atención las sensaciones del cuerpo y la respiración.

Es necesario que te abras a la experiencia por intensa que sea: que la vivas plenamente, experiementando lo que surja. Esto implica reconocer las resistencias -si surgen- y dejarlas estar, hasta que puedas vivir la emoción abiertamente, sin aferramiento, sin aversión.

Significa que eres consciente de la transitoriedad de los procesos. La apertura que se produce al percibir el espacio de la mente permitirá que el proceso de auto-regulación suceda.

Se recomienda a aplicar este proceso con fenómenos poco intensos antes de hacerlo con una emoción verdaderamente intensa.

Cuando se ha interiorizado el proceso a través de la práctica, resulta fácil aplicarlo en el día a día, en cualquier situación.

 

La distancia entre  los acontecimientos externos y la respuesta que les damos puede ser la única (y más radical) libertad humana de la que disponemos. Así, cualquier esfuerzo por construir, continuar, ampliar y enriquecer ese espacio de libertad entre los acontecimientos externos y las respuestas que damos a los mismos contribuye positivamente a que los seres humanos puedan responder creativamente a su propia vida”.

V. Frankl (El hombre en busca de sentido), 1946

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